Halloween: make up en tiempos de cuarentena
Desde hace varias décadas venimos celebrando esta misteriosa fecha que reúne características divertidas, creativas, monstruosas y sobrenaturales durante las vísperas del Día de Todos los Santos.
Los maquilladores estamos de fiesta por partida doble porque, además de celebrar este ritual propio de una película de Tim Burton, ponemos manos a la obra para aceptar el desafío año tras año de crear personajes sombríos, glamorosos y horrorosos a la vez.
El maquillaje de Halloween también nos transporta a los íconos del cine de horror de otras épocas, inspiraciones del terror gótico y todo ese glamour del horror que conllevan los rostros lánguidos, desmejorados, cadavéricos, la estética de lo fúnebre, las heridas falsas, los muertos vueltos a la vida y las antológicas creaciones de Boris Karloff, Bela Lugosi o Narciso Ibáñez Menta.
Puesta en marcha toda esta maquinaria creativa y todos los artificios del miedo, nos disponemos a crear con piezas de prótesis, dientes y sangre falsa, cicatrices, costuras, bases de maquillaje de palidez tenebrosa, peinados estrafalarios, vestuario gótico, luces y sombras (más sombras que luces en este caso) y personajes que van desde lo místico hasta lo infernal.
Abierto el juego de la creatividad -se sabe que para la imaginación no hay límites- vemos gente disfrazada por las calles, un aquelarre de brujos, monstruos, zombis, vampiros, damas de sociedad espectrales y una serie de horrorosa diversión maquillándose frente al espejo y creando una versión sombría y tenebrosa de sí mismo, tal como Jekyll y Hyde. Lo bueno convive con el lado monstruoso y perverso.
Este año, Halloween es literalmente sabático; y aunque la gente no podrá reunirse en discos o clubes para bailar y sonreír en grupos cerrados, lo hará seguramente en espacios abiertos, vía online o desplegando encanto en redes sociales y plataformas, pero lo más importante es dar rienda suelta al “yo creativo”, al juego y a la diversión, indiferentes a cualquier circunstancia.
Detrás de una máscara o sin ella, el ser humano no deja de crear, expresarse y, este año más que nunca, permitir reinventarse y reversionarse a sí mismo de mil formas diferentes.