Redes sociales: ¿aliadas o enemigas?
Todos somos conscientes de la importancia de las redes sociales para proyectar nuestro trabajo. Se han vuelto indispensables, tanto para inspirarnos como para inspirar. Este aspecto es un elemento que todos asumimos, aunque no todo el mundo sabe cómo sacarles el máximo partido. Publicar es importante, pero no todo vale. Como todo, es fundamental conocernos como profesionales, saber qué somos y qué no para marcar un estilo. Las redes sociales no son más que la expresión de nuestra identidad como marca y, por lo tanto, debe haber una coherencia entre lo que hacemos en el salón y lo que comunicamos. Lo primero que hará alguien que aún no es cliente es buscarnos para saber quiénes somos y cómo trabajamos, de ahí que proyectar correctamente la imagen y el mensaje es fundamental.
Si no nos hacemos ver, no nos ven, y si no somos visibles, no existimos. Tan fácil y evidente como esto. Sin embargo, las redes sociales también provocan reticencias. Una de las más importantes es el miedo al plagio, a regalarle estrategias a la competencia. Por eso, muchos profesionales aún siguen confiando en el boca en boca como la mejor publicidad.
Por su parte, el peluquero mexicano Iván Rodríguez, destaca: “En mi caso dar el paso a las redes sociales fue algo natural. Mi trabajo en televisión ya me aportaba la cobertura necesaria, pero yo quería dar mi propio punto de vista sobre mi trabajo, mi visión más personal. Nunca he tenido miedo al plagio. Todos nos influimos unos a otros, pero eso no significa copiar. Imita el que cree que no tiene nada que aportar”.
Si no hay dos personas iguales, no hay dos peluqueros iguales. Por lo tanto, la diferenciación es la clave para huir de fórmulas clonadas que pueden dar el éxito al principio, pero que, si no añaden valor, acaban aburriendo y desanimando al público. No se trata de ser los más originales, sino los más auténticos, los más fieles a uno mismo.
Algunas cuentas de peluqueros o salones cuentan con un buen número de seguidores, un éxito que se consigue a base de compartir contenido que interesa y conecta con la audiencia como cortes de tendencia, coloración o consejos para cuidarse el cabello en casa.
Según Raquel Saiz, directora de Salón Blue: “Los consejos que damos, las ideas, la naturalidad a la hora de mostrarnos son algunas de las estrategias más importantes a la hora de comunicarnos y es algo que traspasa la pantalla. Parece extraño, pero lo que no es verdad no se mantiene durante mucho tiempo. La gente es lista y lo nota. Y así hemos creado una comunidad en torno a la peluquería. El público es consciente de la importancia del cabello y aunque no todo el mundo que nos sigue por motivos geográficos puede acudir a nuestro salón, si repercute en el entorno más cercano, te convierte en referente, en experta”.
Otro de los temores de algunos profesionales son los tutoriales. Los más indecisos piensan que desvelar sus trucos profesionales puede favorecer que la gente se corte o tiña en casa. Sin embargo, el confinamiento ha puesto de manifiesto que muchos usuarios han sido conscientes de su incapacidad para ejercer de peluqueros ocasionales, ya sea con cortes desafortunados o dañando su cabello con productos inadecuados. “Yo no creo que explicar los trucos de tu trabajo te haga perder clientes, todo lo contrario. El usuario no profesional que se corta o tiñe en casa tiene que tener una formación casi profesional y mucha maña para poder acercarse a lo que hacemos. Por lo tanto, no es un usuario de peluquería, no estás perdiendo un cliente porque seguramente lo hace en casa por precio o porque no valora tus servicios, cree que puede hacerlo por sí solo. Por eso, creo que tenemos que tener más confianza en nosotros mismos, no tener miedo a compartir, a ser generosos y mostrar con sencillez lo que somos”, afirma Ulises Mesa, director de Ulises Peluqueros.
El público en general y los profesionales buscamos en las redes sociales inspiración y nos dejamos influir por aquello que nos genera confianza. Y tampoco se trata de vender sin más, sino de ofrecer la esencia, ese toque personal que cada profesional tiene y que dejamos traspirar en cada una de las publicaciones que compartimos.
Así lo expresa Anna Barroca, fundadora del salón homónimo ubicado en Andorra: “Las redes sociales dan al principio trabajo, como todo que comienza y que aún debés incorporar a tu rutina diaria. En mi caso fue fácil saber qué contar porque me apasiona mi trabajo y no lo cambiaría por ninguno otro. Así que mis publicaciones son un reflejo de mis pensamientos, mis trabajos y mi día a día, con total naturalidad. Así es como lo vivo yo y como intento transmitirlo. Si lo hacés desde el corazón, la emoción vence al miedo y traspasa pantallas”.